lunes, 18 de junio de 2007

La Transgresión (1) - Un transgresor visible: el conductor de Buenos Aires



Cuando uno regresa de un viaje por el exterior, una de las cosas que más extraña del país que visitó (no de todos los países, aclaremos) es el tráfico. Y ni que decir si uno en el extranjero manejó. Hasta se olvidará del molesto empleado de Aduanas o AFIP en Ezeiza, que nos interrogara como si uno fuera un contrabandista, y que mostrara cierta desazón cuando comprobara que los electrónicos habían sido declarados a la salida, y que lo único que compramos fueron recuerdos para la familia y amigos.

Ya la autopista Richieri nos muestra las primeras transgresiones: las velocidades máximas son ignoradas (o sea ampliamente superadas) y el circular por el carril más rápido aunque sea por unos segundos ocasionará que tengamos a nuestras espaldas, a centímetros de nuestro auto, con sus luces largas intermitentes pidiéndonos paso (aunque vea que el omnibus que está a nuestra derecha no nos permite realizar la maniobra con rapidez) a un caso típico y muy peligroso de transgresor automovilístico: el que viaja “chupado”. En algunas ocasiones, este individuo no vacilará en sobrepasarnos por la banquina. Los menos, nos insultarán. Alguno que otro, nos tirará levemente el coche encima.

Luego sigue el paseo por la Av. Gral. Paz, cinturón que bordea a gran parte de la Ciudad de Buenos Aires. Su velocidad máxima de 80 km/h es casi un chiste, y que en la misma existan 3 carriles de circulación, casi anecdótico: los conductores se pasarán de izquierda a derecha y a izquierda nuevamente, buscando llegar temprano uno no sabe adonde o para qué. La banquina también será utilizada donde se pueda. La excusa que hay generalmente mucho tráfico en dicha arteria no es atenuante: la periférica de París, muy similar a la Gral.Paz, muestra un tráfico superior y un comportamiento muy diferente.

En todos estos casos, la luz de giro avisando de la maniobra a realizar brilla por su ausencia. Y cuando brilla, no avisa de la maniobra sino de la consumación de la misma. La prestidigitación del conductor prudente, salva vidas. (Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida, “Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad producida por accidentes de tránsito: Unas 20 personas mueren por día, cerca de 7.000 muertos por año, y más de 120.000 heridos anuales de distinto grado, además de cuantiosas pérdidas materiales, que se estiman en unos 10.000 millones de dólares anuales. Esta cifra es significativamente elevada si se la compara con los índices de otros países, en relación a su población y número de vehículos circulantes. En Argentina unos 6,7 millones de vehículos”. Más info www.luchemos.org.ar)

Ya en la ciudad, todo se complica. Una ciudad que de lunes a viernes recibe más vehículos que los que puede absorber, potencia todas estas transgresiones. (Un solo hecho a resaltar: el conductor de Buenos Aires maneja mejor que el conductor del interior del país, pero analizaremos este caso en otra entrega.) Las transgresiones se suceden: semáforos que se pasan en rojo, estacionamientos en cualquier lado, sendas peatonales imposibles de cruzar sin un semáforo que ampare al peatón, velocidades máximas que no se respetan, luces de giro que no se usan, maniobras bruscas e inesperadas, bocinas por doquier, cinturones de seguridad y cascos que no se usan, barreras que se pasan bajas y una deplorable intención de ser “primeros”: pasar primero, estacionar primero, doblar primero, etc.

Si uno en Buenos Aires quiere que una persona lo salude, felicite y agradezca, casi reverencie, es algo no muy difícil de lograr: en una esquina, cuando Ud. doble, solo dejelo cruzar, hágale un gesto amistoso y luego de una sonrisa de incredulidad, se lo agradecerá ¡eternamente!.

Hace poco escuchamos un razonamiento muy adecuado y trasladable a este campo: la Argentina es un país de leyes estrictas de aplicación flexible. Los países más avanzados, tienen leyes flexibles de aplicación estricta. Tanto en EE.UU. como en Europa se pueden realizar maniobras prohibidas en nuestro país: girar en “U”, doblar a la derecha con semáforo en rojo, doblar a la izquierda en avenidas de doble mano sin semáforos de giro, etc. (Imagínense todo eso permitido acá).

Sigamos. En la ciudad tenemos también un caso paradigmático del conductor transgresor, casi el dueño de la calle: el conductor de taxis. En la ciudad de Buenos Aires circulan miles de ellos, en general con un comportamiento transgresor, incrementado por su número. Según Wikipedia, “en Buenos Aires hay alrededor de 38.400 licencias para taxis. El número de taxis en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es relativamente alto con 70 per cápita en comparación con 680 per cápita en Nueva York donde existen ca. 12.000 Taxis” (Sin embargo, asusta Mexico DF: 108,041 taxis). Los taxis también serán un capítulo aparte.

Finalicemos este desordenado resumen con una frase de Rosendo Fraga: “...la Argentina tiene un problema particular con el cumplimiento de las normas que no puede explicarse simplemente a través de la tesis de que se trata de un país latinoamericano con un nivel de desarrollo intermedio”.

¿Llegaremos a descubrir las causas de las transgresión? ¿Será la transgresión la etapa anterior de la corrupción?

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