miércoles, 6 de junio de 2007

Silencios de mala leche

Alberto Cortez fue desde siempre un cantor que me cayó simpático. Calculo que su tema "Los americanos" me sedujo en mi adolescencia y mucho más por tener el valor de dedicar una canción a las víctimas de Sabra y Shatila, lo que calculo le hizo ganar el odio de la comunidad judía internacional.
Lo estoy escuchando en un reportaje hecho por Victor Hugo Morales, desde Madrid.
En el mismo, Victor Hugo le comenta a Alberto Cortez que notó que él siempre le cantó a los poetas, Alberto Cortez responde diciendo que sí, y que bajo la dictadura franquista era muy dificil interpretar canciones de autores de filiación comunista. No obstante, Cortez cuenta que en 1967 hicieron un par de conciertos en Madrid con temas de esas personas, incluyendo a autores argentinos como Atahulpa Yupanqui.
Un comentario inteligente de Victor Hugo Morales hubiera sido: "¡qué notable!, ¿y no fué el recital interrumpido por la policía?, ¿y no fueron perseguidos, prohibidos, encarcelados?". Nada, el comentario siguiente, no fué nada.
Es probable que en la mente de Victor Hugo esta pregunta le flotara, pero su confesa admiración por Fidel Castro lo obliga a este silencio de mala leche. (O quizá por correr el riesgo de ser condenado por NO-CRITICAR -no por elogiar- el gobierno de Francisco Franco, como exige la Corrección Política)
Porque lo que le pasó (o mejor dicho, no le pasó) a Alberto Cortez en España, es mucho más que lo que puede esperar un disidente en la admirada Cuba de Fidel Castro.

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