sábado, 21 de junio de 2008

Solsticio


por HB

El Solsticio de invierno en nuestro hemisferio y el de verano en el norte, es el acontecimiento cósmico que vivifica la naturaleza con la luz y el calor, razón por la cual todas las grandes culturas antiguas representaban el auténtico nacimiento del SOL y, con el, toda la naturaleza comenzaba a despertar lentamente de su letargo invernal y los humanos veían renovadas sus esperanzas de superviviencia gracias a la fertilidad de la madre tierra, que garantizaba la presencia del Astro divino, del dios más arcaico que la humanidad ha venerado.

En el solsticio, todos los pueblos antiguos, adoradores del sol, celebraban el nacimiento del astro rey mediante grandes festejos caracterizados por la alegría general y el protagonismo de las hogueras, alrededor de las cuales se centraban los lugareños con el fin de manifestar su alborozo y esperanzas mediante ceremonias colectivas centradas en cantos y danzas rituales saltando sobre el fuego solos o en parejas, en señal de purificación.

La rueda es el simbolo del sol radiante, es la creación continua, simboliza los ciclos, los comienzos y las renovaciones, ruedas solares, y espirales representan desde la mas alta antigüedad la fuerza creadora, la energía vital del sol.

Se trata siempre de un festejo íntimamente ligado con lo real y cotidiano de la vida misma y con la naturaleza cíclica de los fenomenos cósmicos. A estos fenómenos de la naturaleza se les adjudica un carácter mistico y divino, ya que a ellos, les es dada la eternidad, mientras que a los hombres no. Esta es la idea fundamental de toda nuestra cosmovision.-

lunes, 9 de junio de 2008

Diálogo


Colaboración de un amigo. Imperdible.


El ministro escuchó el ruido del despertador, gruñó algo inteligible, despegó los párpados a duras penas y cuando su mujer lo miró de reojo con esa mirada que a veces tienen los jueces - y antes tenían los comisarios - para mirar a los reos, le explicó:
-- Hoy tengo que dialogar vieja.
-- Claro -- dijo ella -- la democracia es diálogo. -- Se dio media vuelta y siguió durmiendo, como dando a entender que el matrimonio no es una democracia. Y aunque lo fuese, el diálogo siempre lo manejan ellas.
La cosa es que el ministro, después de las abluciones de rigor y un piscolabis "light", se tomó el helicópetro y apareció tan orondo como siempre en su despacho en La Rosada.
-- Hoy es un día de diálogo. -- le espetó a su secretario, despues de dialogar en voz baja un tanto subrepticia e íntimamente con la telefonista -- Venga, repasemos la agenda de los diálogos del día de hoy.
Así, ministro y secretario, se sentaron al imponente escritorio de roble del señor ministro y comenzaron su diálogo sobre los diálogos del día.
-- Tenemos que dialogar con el ministro de economía en primer lugar. -- sentenció el ministro -- No puede ser que el diálogo sobre el INDEC ya lleve tanto tiempo.
-- Lo que pasa -- le arrimó el secretario -- es que Don Guillermo ahora dialoga con la gente del INDEC pero antes no dialogaba nada porque el IPC le daba muy alto. Ahora le da bien pero la gente del INDEC ya no dialoga con los supermercados ni los almacenes.
-- Claro. - replicó el ministro, pensativo - Lo que hay que hacer es construir el círculo virtuoso del diálogo. Don Guillermo tendría que dialogar con los supermercadistas para que éstos dialoguen con la gente del INDEC. Así, él dialogaría con el INDEC, el INDEC dialogaría con los almaceneros y los almaceneros dialogarían con Don Guillermo.
-- ¿Y no sería mejor que se juntaran todos en una Mesa de Diálogo?
-- ¡Noooo! - El ministro casi saltó de su sillón ante tamaña herejía - El diálogo constructivo se construye en cascada querido mío. ¡No se hace en patota!.Fíjese lo que pasó con el diálogo con el agro.
-- ¿Complicado, no?
-- No, tan complicado no es. Lo que pasa es que no podemos establecer el diálogo. Cuando nosotros queremos dialogar, ellos están de piquete.
-- ¿ Y cuando ellos quieren dialogar?
-- Nosotros estamos con Don Néstor dialogando con los muchachos del pejota.
-- ¿Y no podríamos posponer eso un poco?
-- No mi querido. Si no dialogamos con la gente del pejota, los muchachos le cortan el diálogo a la transversalidad y después no tenemos respaldo para dialogar con la gente del agro. Pero claro, el problema está en que los muchachos del pejota que dialogan con nosotros no quieren que dialoguemos con la oligarquía sojera; y cuando nos respaldamos demasiado en ellos, son los del agro los que no quieren dialogar con nosotros porque no ven para qué van a dialogar si nuestro el diálgo es un diálogo clasista dialéctico que parte del principio de que no se debe dialogar con los oligarcas, y los radicales transversos sólo dialogan con nosotros cuando nosotros dialogamos con ellos de la guita que les vamos a mandar.
-- ¿ No es un poco como el cuento de la buena pipa?
-- No mi querido. Lo que pasa es que la dialéctica del diálogo es algo sutil. Para dialogar hay que haber dialogado primero sobre lo que se va a dialogar y de ese diálogo tienen que surgir con claridad meridiana cuales deberían ser los resultados del diálogo. En realidad, un diálogo democrático bien establecido es aquél diálogo en el cual los resultados del diálogo ya han sido dialécticamente establecidos en un diálogo previo. No se puede dialogar si primero no dialogamos sobre qué queremos dialogar, cómo vamos a dialogar y para qué queremos dialogar.
-- Pero ministro, ¿no sabemos para qué queremos dialogar?
-- Bueno, nosotros masomenos lo sabemos pero no conseguimos dialogar con ellos para que ellos quieran dialogar de lo mismo a fin de llegar al mismo resultado del diálogo que nosotros establecimos antes de dialogar ¿me entiende?
El secretario se rascó la cabeza y dijo "Sí, claro.", tanto como para decir algo y no parecer un badulaque ignorante.Pero la verdad es que no había entendido ni medio. Aunque no se sintió mal. Miró por la ventana y - al menos espiritualmente - se sintió acompañado por 40 millones de argentinos que tenían el mismo problema que él.
Porque nosotros tampoco lo entendemos.
A lo mejor lo entenderíamos mejor si hubiese un poco de diálogo.

La soja del Tano


Hacía tiempo que el Tano no me llamaba pero lo comprendo, como todo tipo laburador y derecho, estaría trabajando duro tratando de sacar adelante sus cosas. Por eso me sorprendió su llamada de ayer por la mañana:

"¡¡¡Negro, no sabés lo que pasó, 'tan todos locos!!!"

"Tano querido, ¿qué te pasa?"

"Imaginate, ayer a la mañana la china me despertó y me dijo que había gente haciendo una manifestación enfrente de casa. Como sabés yo tengo un terrenito enfrente de casa que compró mi viejo cuando esto era tierra de nadie, donde yo planto algunas cosas que me gustan, como zapallitos, lechuga, tomates, algún ají puta parió y otra cosas, ¿te acordás?. Bueno, estaban unos flacos que conozco, son de acá del barrio, vinieron con un cartel que decía "Barrios de pié por la distribución de la riqueza". Primero me reí porque creí leer "Barrios a pié" y bueno, sabés que estos pibes a pié no andan y encima a mi casa llegaron con una trafic. Asimismo otro de los que venía tiene más guita que yo y nunca lo ví laburar un cachito, pero así todo no entendía bien ante quien y por qué protestaban."

"Tano, ¿no tendrás por ahí algún vecino terrateniente y rico?"

"No, por acá ni a palos, ¡pero la protesta era contra mí!. Cuando salí me gritaban, "la tierra es de todos", "distribuyan la riqueza", "se siente, se siente, Tano terrateniente", "entregá la soja" y algunas otras barbaridades e insultos, cosa de locos Negro."

"¿Y que hiciste?"

"Mirá, mucha riqueza para distribuir no tengo y soja menor porque no me gusta, pero en el fondo sí tenía una soga, así que la agarré, salí y repartí unos lonjazos negro, cosa de locos. Se calmaron y se fueron casi todos. Pero había otro, que celular en mano me seguía diciendo que reparta la riqueza y bueno, le hice caso: agarré un zapallo anco durito que tenía en el terreno y se lo partí en la cabeza. Eso sí, le dejé elegir la mitad que él se quisiera llevar. Se agarró la más grande, sería el 55%, algo así como las retenciones de la cual hablan, no?. La verdad que no entiendo un pomo todo esto, muchos números para mi mente simple pero aunque mucho estudio no tengo, boludo tampoco soy y de algunas cosas me voy dando cuenta..."

sábado, 7 de junio de 2008

Por los 150 millones


por Luis María Bandieri

Ante la conferencia de la FAO, en la primavera romana que se presenta lluviosa, nuestra presidente anunció que el país está en condiciones de producir y volcar al mercado 150 millones de toneladas de productos agrícolas, con alto valor agregado. “Tenemos (para ello) la experiencia desde hace un siglo”, señaló. Vasto programa, el de aumentar en un 50% nuestra producción agropecuaria global, incorporándole transformación. Un proyecto en el que todos, de De Angelis a D’Elía y de Carrió a todos los Fernández., estarían ciertamente concordes. El único problemita al respecto es que la política no resulta un certamen de buenas intenciones sino un laborioso arte de ejecución. Las intenciones son generalmente buenas; las ejecuciones eficaces, normalmente difíciles. Los gobernantes que multiplican sus justificaciones acudiendo a la santidad de sus propósitos suelen ser aquellos que nada o mal ejecutan o, peor, los que de ese modo disimulan la traición a su causa.

Entonces, si se nos anuncia por quien gobierna que pondremos ciento cincuenta millones de agrotoneladas en el mundo, respondemos : ¡sí! Si se añade que estamos preparados para ello por un siglo de experiencia en el campo, aplaudimos con entusiasmo: ¡bravo! Ahora, tenemos que hacerlo.

Y la presidente vuelve a nuestro otoño, nublado y húmedo, aureolada por la grandeza de su meta. Y entonces se va a La Matanza y le pasan por la cabeza esos incordiantes “piquetes de la abundancia”, formados por aquellos que –como dijo también en Roma- arramblan con “ganancias inusuales”. El caso de los pools de siembra, por ejemplo, que permiten a un don nadie que pone dieciséis mil verdes ganar un 30% en seis meses -¿quién tendrá el teléfono del pool ese? rumiaron muchos nativos, al día siguiente, mientras leían el diario. Y ahí nomás, desde La Matanza, antiguo pago de chacras y hacendados, donde don Juan Manuel supo tener una estancia, la presidente denunció que sólo los que atesoran mucha renta pueden estar noventa días sin trabajar. Y los trató de avaros. Bellamente, apostrofó: “la avaricia es uno de los pecados que Dios más condena, porque dice que es la que congela el corazón de los ricos y no les deja ver el corazón de los pobres”. Completamente de acuerdo. La avaricia rompe el saco. La raíz de todos los males es la avaricia, dice por ahí Pablo apóstol. Y Dante, el terrible florentino, mandó a los avaros al cuarto círculo infernal, donde ni todo el oro bajo la luna es capaz de concederles reposo. Pero, ¿son avariciosos, rapaces, angurrientos, estos tipos al borde la ruta? O, simplemente, unos chacareros culo-en-tierra que no quieren perder a manos del fisco buena parte de lo ganado y desenvuelven una forma de desobediencia civil. Antes obedecieron, aun en las malas; ahora, cuando se da una buena, son capaces de defenderla hasta perdiendo plata. Avaros no; insumisos al abuso del poderoso, parece que sí.

“Nuestra opción siempre serán los pobres”, agregó –contraponiéndose a esos harpagones rurales- nuestra presidente. No voy a andar con pijoterías acerca de si la presidente y su marido son ricos, o qué carteras o qué zapatos o qué joyas luce. Un político, un gobernante, puede hacer de los pobres su clientela, y congelarlos en la pobreza, y en la indignidad de la dádiva, para mantenerlos sujetos y obedientes. Es también una “opción por los pobres”, aunque no la buena. Puede impulsar la prosperidad, para que de algún modo les alcance. Puede –y debe- acudir a la necesidad extrema, al abrazo frío de la miseria, con el medio imperfecto pero obligado de ponerles alguna plata en la mano, cuidando de que no se quede por el camino que va del ministro al puntero. Puede, como nuestra presidente que escucha la palabra de Dios, recordar que siempre habrá pobres entre nosotros, y procurar que no sean siempre los mismos. Puede algunas cosas más, pero lo que no puede, ni debe hacer, es echarles la culpa de que exista pobreza a los que trabajan el campo. Porque eso es lo que dijo en La Matanza Cristina Fernández, errando el vizcachazo.

Volvamos al santo propósito emitido en Roma, que recordábamos al inicio: los ciento cincuenta millones de toneladas. ¿Con quiénes los vamos a alcanzar?.¿Mandaremos a la melga a D’Elía y Pérsico? ¿Habrá una remonta de Fernández reciclados desde los despachos a las faenas rurales? ¿Aparecerá Néstor como Benito Mussolini allá lejos, cosechando en camiseta? La respuesta es obvia: los ciento cincuenta millones de toneladas se alcanzan con los que saben hacerlo. Esto es, con esos que hoy están manifestándose en la banquina. Tienen acumulada la experiencia de un siglo. Y pueden hacer que, celebrando un Bicentenario, no perdamos de vuelta el futuro. Cierto, no son perfectos. Les gusta ganar plata cuando pueden. Resultan medio brutos a ratos. Se van de boca en algún momento. No han leído ni a Hegel ni a Kelsen, y no saben quién es Feinmann. Qué le vamos a hacer, señora Presidente, es lo que hay. Pero si usted quiere cumplir con lo que prometió al mundo en Roma –y es muy buena promesa y un gran programa para todos- hable con ellos, bajándose del caballo. Todos se lo vamos a agradecer y la historia no le será ingrata.-

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