viernes, 9 de noviembre de 2012

NO PASARÁN


Hace aproximadamente 20 años que no participaba directamente de alguna actividad política, llámese pintada, manifestación, acto, panfleteada o pelea. Ayer fue la oportunidad de salir de un largo letargo. Más que una oportunidad, fue una necesidad. O una obligación. 

Como dijimos en un post anterior, la propia inorganicidad de la manifestación del 13S fue la clave de su éxito. Vista ayer desde adentro, la espontaneidad e individualidad de cada uno de los participantes, sorprende. Cada uno con su consigna, su cartel, su actitud, su derrotero. ¿Cómo atacarla desde el gobierno salvo ninguneándola?

Los participantes eran (éramos) claramente de la clase media, que es lo que está entre la clase alta y la clase baja, definición de perogrullo. Pero había de todo. Señora paqueta de Recoleta, matrimonio humilde de San Telmo. Todos en perfecta comunión. Cordialidad, educación, moderación. Respeto. Pocos improperios e insultos. Todos con un objetivo común: decirle basta a CFK.

Me encontré con muchísimos conocidos. El saludo con cada uno de ellos conllevaba la misma frase “Vine porque ya no aguanto más”. Uno comprende y comparte.

Ví también (poco) algunas actitudes y algunos comportamientos parecidos a las aciagas jornadas de 2001. La protesta fue cordial pero en tensión. Es decir, vi miles de personas que no se van a dejar avasallar por CFK. Sano. Todos en guardia.

Solos dos colores de veían. Ausentes el negro y rojo sandinista, el multicolor de los andinos, el similar de las comunidades gays y por supuesto el sucio trapo rojo (Rucci dixit). Todo Celeste y Blanco.

Luego de la muerte de Néstor Kirchner, de la mano de su viuda, tomó control del poder el grupo más marxista, procedente tanto de Montoneros como de fracasadas agrupaciones de izquierda: Zanini, Kunkel, Garré, Vertbisky, Abal Medina, Conti, Sabatella, Larroque, Cabandié y una interminable lista de aduladores e inútiles. Tomando prestado una frase de los rojos españoles, desde este humilde blog le decimos: NO PASARÁN.


Les dejo algunas imágenes pintorescas de la protesta.







lunes, 8 de octubre de 2012

¿Quien es el que miente?


Nuevamente esta semana leemos “la famosa frase”. La repiten todos con certeza, convencimiento. El interlocutor generalmente mira a los ojos a quien la expresa y asiente cerrando sus ojos, diciendo "seguro, yo también conozco la frase". Luego ingresan ambos en un estado de pureza tal que conmueve. Sus vidas empequeñecen a la de los Santos. El auditorio se conmueve ante estos personajes, alguno de los cuales que dejaremos piadosamente en el anonimato, lo más cerca que estuvieron de un libro fue buscando un número telefónico en las antiguas guías.

Quien nuevamente pronunció la frase de referencia, fue esta vez el parlanchin del Caribe, el inefable Hugo Chávez. Claro que con sus condimentos típicamente tropicales y socialistas del siglo XXI. Hugo dijo "Es lo que dice Goebbels, miente, miente, que algo queda". El aditamento del tiempo presente (dice Goebbels) le da un poco de color a la frase en boca del venezolano, porque no dudamos que Chávez sabe que Goebbels murió.

Pero vayamos al fondo del asunto: ¿dijo eso Goebbels? Difícil tarea tratar de demostrar que alguien NO dijo algo, cuando es mucho más sencillo probar que efectivamente sí lo dijo. Y seamos honestos, nadie o casi nadie, bajo la censura imperante en temas relativos al III Reich, saldrá a defender la memoria de don Joseph. Pero a nosotros siempre nos pareció rara la frase, como otras tantas atribuídas a personas que ya no se pueden defender.

Convengamos algo, Goebbels fue uno de los más inteligentes (sino el más) integrantes del gobierno de la Alemania nacionalsocialista. Su responsabilidad principal fue ser Ministro de Propaganda y Esclarecimiento Popular y, como la gente del gremio sabe, fue uno de los creadores de la propaganda política moderna. Así que pensar que como anticipo de su función dijera que la misma se iba a basar en mentir repetidamente para que algo falso se instalara como verdadero, parece improbable. Porque en el fondo, quienes repiten la frase dicen dos cosas: que una mentira repetida se convierte en verdad, y que Goebbels lo hacía.

Ahora bien, ¿cuando lo dijo Goebbels?. Buscamos meses, consultamos a especialistas. Alguna vez esperamos que alguien, repitiendo la frase, diera con el origen de la misma. Nada. Ni en un libro, ni en un discurso, ni alguien haciendo pública una conversación privada. Y eso que Goebbels habló, y mucho.

Obviamente que me llamó mi amigo el Tano, bruto pero no bobo y me dijo: "gugleala, si no está en gugle, no esiste". Y así fue, y tampoco apareció el origen de la frase, solo los miles de repetidores que la usan, casi a diario.

Sí encontramos sitios donde casi afirman que la frase no fue pronunciada por Goebbels o, sencillamente, no han podido encontrar el origen de la misma (http://bytwerk.com/gpa/falsenaziquotations.htm).

Finalmente, otra información que nos alcanzó el Tano de su amplia bibliografía, fue una frase pronunciada por el susodicho Goebbels en el marco de una conferencia dictada en 1934 a la gente del Ministerio de Propaganda sobre el tema "Qué es la propaganda política". En esa conferencia está registrado que habló de los recursos habituales de los medios y, refiriéndose a la prensa de la República de Weimar, dijo textualmente: "una mentira, repetida mil veces, al final termina siendo una verdad". (Eine tausendmal wiederholte Lüge endet als Wahrheit). Pero lo dijo en un sentido absolutamente técnico para explicar, más que nada, el funcionamiento de los que hoy se llaman "operativos de prensa".

Pero Google nos dió más información. En el mismo año, durante el congreso partidario realizado en Nüremberg, Goebbels expresó: "Toda propaganda tiene una orientación. La calidad de esta orientación determina si la propaganda tiene un efecto positivo o negativo. La buena propaganda no necesita mentir; de hecho, no debe mentir. No tiene ninguna razón para temer a la verdad. Es un error creer que la gente no soporta la verdad. La soporta. Es solo cuestión de presentar esa verdad a la gente de un modo que la pueda entender. Una propaganda que miente demuestra que está al servicio de una mala causa. No puede tener éxito en el largo plazo". (Cf.http://www.calvin.edu/academic/cas/gpa/goeb59.htm (en inglés) Consultado el 08/10/2012).

Más. Por ejemplo, después de someter a la figura de Goebbels a un análisis muy crítico, el historiador Helmut Heiber del actual Institut für Zeitgeschichte (Instituto de Historia Contemporánea) de Munich no pudo menos que reconocer en 1982: ". . . consecuentemente, Goebbels fue capaz de jactarse que su política informativa era no solo superior a la del enemigo en su carácter monolítico sino también poseedora de una «seriedad y credibilidad» que simplemente «no podía ser superada». La jactancia pudo ser hecha con alguna justificación: considerando el largo plazo, Goebbels afirmaba que la mejor propaganda es aquella que se halla exclusivamente al servicio de la verdad. Las verdaderas mentiras de Goebbels, sus mentiras conscientes, siempre se refirieron a meros detalles . . . Las mentiras de Goebbels fueron más de la naturaleza de esos equívocos y evasivas con las cuales los voceros de los gobiernos de todo el mundo buscan «proteger» el «interés nacional»." (Helmut Heiber, "Goebbels", Berlin, 1982).

Para finalizar, el historiador francés Jacques Ellul, en su ya clásico estudio "Propaganda" escribió: "Subsiste el problema de la reputación de Goebbels. La propaganda anglosajona le adjudicó el título de Gran Mentiroso a pesar de que Goebbels nunca dejó de batallar para que la propaganda fuese lo más exacta posible. Prefirió aparecer como cínico y brutal antes de ser atrapado en una mentira. Constantemente repetía: «todo el mundo debe saber cual es la situación». Fue siempre el primero en anunciar eventos desastrosos o situaciones difíciles sin ocultar nada. El resultado fue la opinión general que los comunicados alemanes de entre 1939 y 1942 fueron, no solo más concisos, más claros y menos enmarañados, sino también más veraces que los comunicados de los Aliados. Todo esto es tan cierto que el adjudicarle a Goebbels el título de Gran Mentiroso debe ser considerado como un éxito considerable de la propaganda aliada." (Jacques Ellul, "Propagandes", 1962. Nueva edición, Paris, Économica, 1990. En inglés "Propaganda. The formation of men's attitudes", New York 1965. Nueva edición en Random House, ISBN 0394718747).

No creemos haber llegado a un punto final sobre esta frase, pero al menos sabemos que nadie ha podido afirmar que Goebbels efectivamente lo ha dicho.

Lo curioso es que, mientras la cultura periodística continúa repitiendo como un apotegma aquello de "miente, miente que algo quedará" adjudicada a Goebbels, la historiografía académica hace rato que abandonó el mito. Algo que los medios masivos prefieren ignorar, por supuesto.

Pero sí, tangencialmente, hemos podido comprobar algo: la frase es malditamente VERDADERA. Y su propia existencia es la prueba de su veracidad. Repetida mil veces, la gente cree que Goebbels realmente la ha dicho. Quizás, el lector interesado, podrá urgar e investigar sobre que otros falaces temas, a causa de su eterna repetición, se instalan en el inconsciente de las personas como verdaderos.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Malditas cacerolas

La reacción oficial ante la concurrida movilización de parte de la ciudadanìa en las grandes ciudades sorprende por su torpeza. Pareciera que compitieran para ver quien dice la gansada más notable, aunque el jefe de Gabinete se destaca claramente. No se las voy a repetir porque las habrán leído en los medios. Sin embargo, es notable remarcar dos cosas.

En primer lugar, la marcha descolocó, molestó. Y cosa rara en un unicato como el de CFK, las reacciones fueron de matriz diversa. Las hubo sorprendidas y preocupadas, las hubo marcadamente peyorativas, las hubo descolocadas.




En segundo lugar, la real dimensión de la incomodidad del Gobierno lo marca que la marcha opositora los llevó a jugar en un terreno que no pueden manejar ‘a piacere’. Es decir, para aclarar, al Gobierno le hubiera resultado infinitamente más cómodo que esta oposición se encolumnara detrás de organizaciones políticas y sociales opositoras a las cuales manejan sin ningún tipo de problemas. Al ser cuasi anárquica y no reconocer liderazgos, le es casi imposible enfrentarla de manera eficiente porque la mayoría de sus reclamos son justos y evidentes. Por eso les piden a los “caceroleros”: “participen desde los partidos políticos”. Claro, de esa manera es más fácil, casi trivial, dominarlos.

De manera casi análoga, la guerrilla mediante sus organizaciones de superficie (generalmente de Derechos Humanos) décadas atrás, le indicaban a las fuerzas de seguridad cual era la forma de combatirlas para de esa manera llevarlas a un terreno donde la guerra podría ser ganada por ellos.

Hoy pasa lo mismo. Dentro de las estructuras partidarias es poco lo que se puede hacer para vencer al Frente para la Victoria, dada la estructura y los recursos con los que cuentan. Fuera de este esquema, la marcha de la semana pasada molestó. Y mucho.


Que se repita.

viernes, 8 de junio de 2012

Especie en extinción

Estoy tan de acuerdo que no agrego ni una coma ni un comentario....

Existe una nueva patología mental – es decir, perdón, una nueva tendencia intelectual – en Occidente según la cual no solamente está prohibido tener identidad cultural propia sino que, además, está vedado ser patriota, creyente en materia de religión, o descreído de unas cuantas historias de la Historia Oficial. Esto último – lo de dudar de algunas historias de la Historia Oficial – en algunos países ya está hasta taxativamente penado por la ley. Me preguntarán ustedes cuál es la novedad. Todo eso lo tenemos desde hace rato. No es nada nuevo. Por supuesto que no. Pero tengo fuertes motivos para sospechar que ahora viene otra vuelta de tuerca. La novedad está en que no solamente estará terminantemente vedado todo lo que pueda oponerse, o poner en peligro, la gris medianía, el oscilante relativismo y el despreocupado permisivismo del dogma actual. La nueva tendencia prohibirá incluso la manifestación de cualquier opinión concreta y categórica. Por supuesto que los grandes voceros del sistema – que son los intelectuales con pasaporte de tolerancia y visa de Derechos Humanos – todavía no lo están formulando en estos términos tan claros. Pero es lo que se viene. O lo que ya llegó pero todavía le falta un poco de promoción.

Todos sabemos que el Diccionario de Expresiones Políticamente Correctas de la Academia Orweliana de la Neolengua ha sustituido muchas antiguas, obsoletas, ofensivas e intergiversables expresiones por otras mucho más inocuas y sobre todo "neutrales". Porque eso es lo que importa: ser neutral. Aunque eso de "neutral" no es más que admitir que no se tiene lo que hay que tener para decir lo que se piensa y por eso – por las dudas, cosa de quedar bien con todo el mundo – uno huye despavorido de los extremos, le apunta al medio y listo. La cuestión es que todos aprendimos que ya no se dice "ciego" sino "no vidente". Tampoco se dice "negro" sino "de color" – sin especificar cuál color y haciendo cuidadosa abstracción del blanco que, créanmelo o no, ha dejado de ser un color orwelianamente admitido. Toda una familia de palabras que otrora servían para señalar alguna limitación física específica han quedado metidas dentro del concepto elástico de "discapacitad" que, de tan elástico que es, nadie sabe qué significa exactamente. En América ya no quedan "indios" ahora solo hay "pueblos originarios". Tampoco quedan "gordos" sino "personas excedidas de peso"; con la importante salvedad que las "gordas" pasaron a ser "mujeres con apenas unos kilitos de más". Tampoco hay más "desgracias"; ahora todos los infortunios son "flagelos que nos azotan", pero no especialmente a los "pobres" sino a los "carenciados". A los molestos ya no se los "ignora"; se los "ningunea". Y así sucesivamente…


Un amigo mío sostiene que en lugar de "petiso" ahora hay que decir "verticalmente encogido", en lugar de "pelado" hay que decir "cranealmente depilado" y un "cadáver" no es más que un "cuerpo vitalmente carenciado". Aunque creo que exagera. Pero, sea como fuere, la nueva corriente intelectual no se refiere a esto. La metáfora de la dulcificación de la gravedad ya está instalada. Lo que ahora viene es la metaforización relativizadora de lo concreto, de lo riguroso. En general, la nueva tendencia intelectual eliminará de raíz todo lo que tenga un carácter preciso; todo lo que esté claramente marcado; todo lo destacado y todo lo destacable. No se aceptará nada que tenga una identidad netamente definida. Solamente se tolerarán expresiones referidas a identidades híbridas, a características heterogéneas en proporciones indeterminadas, a cosas que son pero que quizás podrían no ser, a fenómenos que no son ni una cosa ni la otra. Solamente se tolerarán las opiniones que empiezan con ". . . y. . . no sé, nunca es bueno generalizar, pero quizás. . .". Lo bueno y lo malo; lo claro y lo oscuro, se eliminan. Toda cosmovisión referida a puntos de vista concretos quedará relegada la categoría de las teorías reaccionarias, fascistas, superadas y perimidas.

Me preguntarán ustedes de dónde saco todo esto. Pues, de lo que me rodea. De lo que veo y oigo todos los días. Un periodista que conozco acaba de quedarse sin trabajo. Él dice que no sabe por qué lo echaron, pero yo sí. Revolviendo entre mis papeles, encontré una nota que le encargaron en la que se atrevió a escribir: "El público que colmaba la sala estalló en fuertes aplausos". Me juego a que lo crucificaron por falta de objetividad. Apuesto a que, según sus censores, la frase es tendenciosa porque transmite una precisión incorrecta. No tiene en cuenta a quienes quizás no aplaudieron. Por lo tanto discrimina. Además, no indica la capacidad de la sala ni la cantidad de espectadores, por lo tanto es improcedente afirmar que se hallaba "colmada". Por otro lado, lo de "fuerte" es totalmente subjetivo. ¿Cuándo es "fuerte" un aplauso? ¿Acaso alguien midió con un decibelímetro el nivel sonoro de ese aplauso? Y aun si lo hubiera medido, ¿a partir de qué valor se puede considerar que el aplauso es "fuerte"? Para peor, un público no "estalla". Si realmente hubiera estallado estarían todos muertos por obra y gracia de algún fundamentalista forrado en gelinita; la noticia correspondería a la sección de terrorismo internacional y no a la de cultura. Todas estas fallas garrafales tuvieron que resultar, por supuesto, inaceptables para una publicación que blasonaba de independiente, imparcial y objetiva. De aquí en más, el principio básico que debe regir cualquier manifestación será el de "todo es relativo", debiendo quedar meridianamente claro que "la única verdad absoluta es que toda verdad es relativa". Y ante cualquier propuesta, la primer pregunta que obligatoriamente hay que hacer es la de "¿. . . y quién va a decidir si . . .? Porque, según la nueva tendencia, no importa qué se decide, ni tampoco con qué criterio se decide. Lo que importa es saber quién decide.

Si decide alguien votado por la mayoría, es aceptable. Si lo hace un correligionario estará bien. Si decide un amigo, mucho mejor. Y si decide una asamblea convocada ad hoc, pues muchísimo mejor. Todo lo demás, contrario sensu, está mal. O mejor dicho: es opinable. En todo caso, la consigna es amontonar, mezclar, apelotonar todo: razas, etnias, idiomas, religiones, costumbres, estilos, culturas, creencias, opiniones, deseos, pretensiones. Todo. Porque, claro, si todo está tan entreverado y enredado que resulta imposible determinar de qué cuernos se trata, entonces ya no importará quién va a decidir lo que fuere. Porque no habrá ninguna necesidad de decidir. En un caos total es perfectamente inútil tomar decisiones. Por lo que el caos aceptará cualquier decisión tomada por fuera del caos. Seguramente ahí está el secreto. La cuestión es que, en materia de opiniones concretas, ya estamos muy avanzados en la nueva tendencia.

Hace unos días me encontré con un viejo amigo mío. El hombre es un clásico facsímil del intelectual liberal de izquierda: barba, anteojos, portando la última edición de "Las palabras y las cosas" de Foucault junto al Página12 del día y todo eso. Bueno, está bien, no es un ejemplar demasiado representativo de mi círculo habitual de amistades, pero nos conocemos desde la adolescencia, desde la época en que él se entusiasmaba con Sartre y yo por todo lo contrario. Lo aprecio porque es un buen tipo en el fondo y, de última, que tire la primer piedra el que no tenga a un sujeto parecido entre sus amigos. La cuestión es que fuimos a almorzar y, como cada uno conoce las cosquillas del otro, tenemos el acuerdo tácito de evitar por todos los medios cualquier tema político. De modo que la conversación, después de girar alrededor de bueyes perdidos y de conocidos comunes, terminó desembocando en literatura. Y como Michel Foucault me sonreía impertérrito desde la tapa de su libro, se me ocurrió preguntarle: — ¿Cuál el mejor libro de Foucault, en tu opinión? — Bueno. . . – empezó a titubear mi amigo – en realidad no se puede hacer un juicio de valor categórico sobre eso . . . hay quien dice que lo mejor que escribió fue su "Historia de la sexualidad", otros valoran más éste "Las palabras y las cosas"; pero, por otra parte . . . también hay partidarios de "La arqueología del saber". . . Todo depende del punto de vista y . . . Después de cinco minutos de perorata en estos y similares términos, mis nervios empezaron a traicionarme: — Está bien, está bien. . . – lo interrumpí – pero lo que yo quisiera saber de una maldita vez por todas es TU opinión sobre cuál es su mejor libro. Y no tengas miedo. No hay que fusilar a nadie que no esté de acuerdo. No hay que hacer forzosamente un Holocausto con quienes se opongan. Nadie va a ir a parar a un campo de concentración por disentir. Tu opinión no va a provocar ninguna catástrofe. Hasta te doy mi palabra de honor que no la voy a discutir. Solo quiero conocerla, nada más. — Bueno, puesto en esos términos, si uno considera la evolución del pensamiento de Foucault a lo largo de su obra . . . Llegamos a los postres, pagué la cuenta y nos despedimos con un abrazo.

Hasta el día de hoy no sé cuál es, en opinión de mi amigo, la mejor obra de Foucault. En realidad, no es que Foucault me importe demasiado. No es santo de mi devoción ni mucho menos. Pero la opinión de mi amigo me hubiera interesado. Lo que sucedió es que cometí el imperdonable error de pasar por alto que mi amigo es un típico producto salido de la línea de montaje de nuestra actual Facultad de Filosofía y Letras. No tiene opinión propia. Solo es una enciclopedia más o menos ilustrada de los dichos de otros; un alumno de profesores que, a su vez, tampoco se animaron a manifestar una opinión categórica y concreta sobre sea cual haya sido el tema a tratar porque, de haberlo hecho, se hubieran quedado sin cátedra. Suponiendo que hayan tenido una opinión propia formada en absoluto. La verdad es que le tengo un poco de aprensión al futuro. Mi nombre es Denes Martos. Blanco, católico, masculino, heterosexual, casado hace 43 años con la misma extraordinaria mujer, padre de dos buenos hijos; orgulloso de mi familia, de mi nacionalidad y apasionado por mi cultura. Estoy empezando a sentirme miembro de una especie en vías de extinción.

Denes Martos 07 Junio 2012
http://www.denesmartos.com.ar

lunes, 28 de mayo de 2012

Comportamiento Binario

La dualidad kirchnerista puede ser, en el mejor de los casos, parte de un Plan fríamente calculado con el objetivo de conservar el poder sin importar los medios ni los aliados de turno y, en el peor de los casos, parte de la tradicional improvisación argentina (casi digo peronista). No sería de extrañar que sea un mix de ambos conceptos.

Como ejemplos válidos, están la política de Derechos Humanos y a su vez la relación estrecha con empresarios denunciados por esos mismos organismos (tales como la familia Blaquier, de Ledesma); la política exterior no-alineada con EE.UU., y Cristina corriendo a Obama para mostrarle la tapa de Clarín; etc. La lista es interminable. Faltaría que luego de mandar a los barras bravas al Mundial de Sudáfrica, comiencen una campaña evangelizadora detrás del presidente de Independiente, Javier Cantero. Bueno, dentro de todo esto no estaría tan mal.

La semana pasada, Cristina recibió a directivos del gigante del software Microsoft (dueño de Windows, Office y Messenger, para citar sus productos más conocidos para el lector no especializado), conocido por sus prácticas monopólicas, su poco valor agregado, el altísimo costo de sus productos y la regular calidad de su software. Sus oficinas en el mundo son casi exclusivamente representaciones comerciales con el fin de cobrar las regalías de sus productos y perseguir mediante organizaciones como Software Legal a quienes utilizan los mismos de manera ilegal. Realmente llamó la atención dicha visita, la cual no es la primera (hace 2 años Cristina recibió al CEO de la empresa, el impresentable Steve Ballmer, sucesor de Bill Gates.)


Como filosofía totalmente opuesta a los productos propietarios de software (de los cuales Microsoft es el fabricante por excelencia) se encuentra el Software Libre o Open Source, del cual en Wikipedia encontramos un correcto análisis: http://es.wikipedia.org/wiki/Software_libre

Sin entrar en detalles, este tipo de software posee una licencia a pesar que muchos se confunden y dicen que no tiene, pero es del tipo "copyleft" en lugar de "copyright". En pocas palabras, cualquiera puede usar y modificar este tipo de software pero, en el caso de generar un nuevo software o producto, el mismo también debe tener como tipo de licencia "copyleft". O sea no lo pueden vender.

En muchos países emergentes y subdesarrollados, donde el costo del software (un verdadero impuesto a la computación, como alguien dijo que Microsoft quería imponer) impide en gran medida la implementación masiva de herramientas informáticas, el uso del Software Libre, especialmente en comunidades educativas, se expande día a día. Por ejemplo, el Ministerio de Educación del Estado de Rio Grande do Sul en Brasil, tenía un ambicioso plan muy avanzado, aún antes que Lula llegara al poder. Esto no solamente permite acceder al software sin un costo de licencias, sino que permite que los jóvenes creen nuevos programas a partir del Software Libre, dando rienda a su capacidad creativa sin condicionamientos.

Por eso, sorprende un poco (no demasiado) la nueva reunión de Cristina con Microsoft, donde enuncian un Plan que es la nada misma. 


Obviamente se podrá argumentar que a nosotros no nos gusta nada este gobierno y que siempre estamos atentos para la crítica despiadada. Pero observemos que pasa en las filas oficialistas. Una agrupación llamada Software libre con CFK es bastante clara en el tema y así lo expresa públicamente. Dejamos que ellos hablen en lugar se nosotros a través de este link.


¿Será Guillermo Moreno tan inquisidor con Microsoft y sus transferencias de divisar a la casa matriz, como lo es con los pobres ciudadanos argentinos que quieren viajar al exterior? La que se perdió Guillermito, mas teniendo en cuenta la analogía que podía hacer con Néstor...



domingo, 27 de mayo de 2012

Impecable

Estaba buscando algunas ideas para postear algo que reflejara mi posición sobre la realidad argentina, la cual me abruma y preocupa, cuando llegó a mis manos un link, de esos pocos que entiendo que hay que compartir.


Contundente, irónico, interesante del principio al fin. Impecable. Les dejo el link:

http://www.relatodelpresente.com/2012/05/relato-vintage.html

Buscá con Google

Google