viernes, 5 de abril de 2013

Quick Wins


Se denomina “quick wins” a aquellas acciones que un empleado, gerente o directivo recién nombrado puede concretar rápidamente para confirmar a aquellos que lo han designado que su elección ha sido la correcta. Análogamente y yendo a la política, serían obras y/o medidas de gobierno que se pueden realizar en un plazo corto, con mínimo esfuerzo (o aún con máximo esfuerzo) para, en este caso, satisfacer a aquellos que los han votado.

Teniendo en cuenta que los políticos son electos por un período determinado y que la política se ha convertido hoy en una auténtica profesión (ver Nota 1), esta tendencia a apostar a los “quick wins” se multiplica de manera alarmante, con consecuencias negativas en un porcentaje cada vez más cercano al 100%. 

En obvio que en un país con tantas posibilidades perdidas y con tantas necesidades insatisfechas que la Argentina podría tranquilamente no tener, es difícil para la gente de a pié escuchar a Macri decir en ocasión de las obras relacionadas al arroyo Maldonado, que las mismas iban a llevar años y que luego de finalizadas, dicho arroyo no traería más problemas. Esa vez Macri tuvo razón y los hechos lo ratificaron más de una vez.

Los “quick wins” son necesarios en un justo término. Un líder, de lo que fuese, los necesita para afirmar su reciente liderazgo de una manera rápida. Pero no son más que eso. Lo que en todo ámbito se necesita, son políticas a largo plazo, análisis de riesgos, planificación y ejecución.

Los patéticos partidos del Gran Buenos Aires están llenos de estos “quick wins”: asfalto en lugares sin cloacas ni tendido de gas natural, barrios en terrenos inundables y sin accesos decentes, millonarios festivales populares, escuelas sin maestros, policías con moderno equipamiento y sin preparación ni voluntad. Todo eso, remachado por carteles del estilo “Partido de Gral Cadorna. Gestión Juan Pérez” para coronar una de estas pedorras inauguraciones.

Debemos pensar planificar, analizar, ejecutar eficientemente. Aunque la gente se impaciente. Los “quick wins” no han demostrado ser solución para los problemas de los argentinos.


Nota 1. Salvo el caso de Luis Zamora, dirigente trotskista que luego de ser diputado se ganó la vida vendiendo libros, no hay otros casos notorios de políticos que tras su paso por la función pública se hayan reintegrado a la actividad privada sin relación directa con su función anterior.

Not gone with the water


Solía decir Jorge Luis Borges, que los peronistas no son buenos ni malos, sino incorregibles. Podría de esta manera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, adscribir al movimiento creado por Perón, del cual parece alejarse cada día más.

Si han tenido la oportunidad de escuchar el discurso de CFK en Tecnópolis, minutos después de la inesperada (y para muchos incómoda) elección del Cardenal Bergoglio como Papa, vemos una CFK auténtica: frontal, soberbia e impetuosa, quizá, no sabemos, desbordada por la perturbadora noticia. Dándole consejos al Papa a distancia sobre como manejarse, es la Cristina que no nos sorprende. Su tropa respondió automáticamente atacando a Francisco I.

¿Qué pasó días después?  CFK y su entorno fueron descubriendo que su posición no era redituable electoralmente, y por ende la cambiaron. Las teatrales lágrima de CFK en Roma dieron cuenta de ello pero, a pesar de la actuación, CFK es incorregible: intentó enseñarle al Papa como tomar mate, en un acto fallido que hasta provocó la hilaridad del vecino presidente Mujica.

Pasados algunos días, un desastre meteorológico golpeó con fuerza a Capital y Provincia de Buenos Aires. Mientras el desastre parecía circunscribirse a la Ciudad de Buenos Aires y tangencialmente a zonas del conurbano bonaerense y La Plata, el gobierno nacional, de la mano de la ausencia de su presidenta y de la palabra de sus principales espadas dialécticas trató, como de costumbre, de sacar tajada política (y por ende electoral) de la muerte y las desgracias ajenas (como si ellos gobernaran Islandia), atacando principalmente a Macri y luego a Scioli. Pero luego la tragedia escaló y se convirtió en un desastre que NO PODÍA ser utilizado políticamente. Rápidamente, la tropa K se alineó e intentaron mostrar preocupación por el desastre, principalmente en la ciudad de La Plata donde CFK, visitando justamente la zona de donde es oriunda, no pudo dejar de expresarle a la pobre gente que ella sabía lo que estaban pasando porque un día se le inundó a ella su casa....repitiendo conceptualmente lo mismo que les dijo a los familiares de las víctimas de Once, cuando les decía que dolor dolor, había tenido ella....

En medio de todo esto, emerge algo de lo cual el Gobierno carece a pesar que declama lo contrario: capacidad de GESTIÓN.

Gestión no es ver a Berni en un gomón rescatando ancianos o a CFK bajando de un helicóptero cerca del lugar de la tragedia.

Gestionar es tener equipos eficientes y eficaces, preparados para intervenir aunque el responsable esté escalando el Himalaya.
Gestionar es hablar con todos aquellos a los cuales queremos o no, para ayudar, colaborar o solicitar ayuda.
Gestionar es prevenir. Gestionar es hacer obras necesarias aunque no sean redituables políticamente.
Gestionar es dejar actuar a quienes SABEN. Y conducirlos.


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